.El archivo que nadie pidió

Seguramente muchos pensarán que lo que aquí van a leer son transcripciones recuperadas de grabaciones halladas en algún desorden.

Y no les faltará razón.

No se sabe con certeza de dónde salieron estas cintas, quién las grabó ni por qué sobrevivieron.

Las imágenes, si alguna vez existieron, se perdieron para siempre.

Solo quedaron voces, ecos que vencieron al tiempo y que, de algún modo, encontraron el camino hasta aquí.

Esto es lo que contenían.





1. GRABACIÓN 007 – Cinta sin etiqueta (origen desconocido)

Estado del soporte: casete VHS con hongo superficial, parcialmente transcribible
Transcriptor: Interno N.º 428-A

Dicen que los gobiernos caen por la corrupción, por las guerras, por los corruptos.
Mentira.
Caen por amor.
No el amor de poetas ni el de canciones viejas.
Caen por el amor de los padres hacia los hijos.

Roma no ardió solo por las llamas, sino por algo más lento, más invisible: el cuidado excesivo.

Cuando el vino dejó de almacenarse en madera y pasó a guardarse en barriles de plomo —porque así duraba más, decían—, nadie se preguntó si eso haría daño.
No, lo importante era proteger a los suyos, darles lo mejor.
Y lo mejor resultó ser veneno lento, sorbo tras sorbo, generación tras generación.

Así es como caen los gobiernos:
no por la fuerza enemiga, sino por el abrazo que asfixia,
por el consejo que sobreprotege,
por la caricia que debilita.

[Fragmento final ilegible por daño químico en la cinta]


2. GRABACIÓN 003 – Fragmento casi arqueológico

Estado del soporte: casete VHS con hongo y grietas reconstruida de archivos dispersos
Transcriptor: Interno N.º 428-A

…los primeros síntomas del colapso de la gran civilización no fueron guerras ni hambrunas.
Fueron los expertos.

Sabios que prometían enseñar a volar sin alas.
Músicos, bailarinas y artistas de toda especie reconvertidos en filósofos de ocasión, dictando conferencias sobre el arte de no pensar demasiado… y aun así hablar de todo.
Profetas del bienestar vendiendo felicidad embotellada.
Gladiadores revelando secretos de la vida eterna.

Cada uno con su manual, su receta, su consejo indispensable para vivir mejor.
Todos aseguraban haber redescubierto el secreto que los antiguos, en su torpeza, habían olvidado.

Y así, el mundo casi conocido se transformó en un mosaico de voces.
Cada una más urgente que la otra.
Cada una más alta.
Cada una más verdadera y absoluta… que la anterior.


3. TRANSCRIPCIÓN PARCIAL (cinta casi no catalogada)

Estado del soporte: audio de un casete casete VHS con  con ruido de cafetería de fondo y golpeteo de cucharillas
Transcriptor: Interno N.º 428-A

…a veces el amor no necesita tocar.
Solo estar cerca.
Sentarse al otro lado del café.
Escuchar con los ojos mientras ella cuenta otra de sus historias… historias que a cualquiera le arrancarían celos o furia.
Pero a mí… me dejaban quieto.

Tenía esa capacidad extraña: hacerme olvidar mi anillo, mi carne, mi deseo.
O tal vez no lo olvidaba… tal vez lo ponía en pausa.
Porque cuando quieres a alguien de verdad, estás más allá de permisos y normas.
Mientras la otra persona sea feliz, tú estás conforme.

Aunque el café sepa a trago amargo.
Aunque cada historia que cuenta te roce por dentro como si proyectaran una película privada en tu pecho.

Y aun así… vuelves.
Porque ella sonríe.
Porque sus manos bailan cuando habla.
Y porque te has suscrito —sin querer— a una revista sin papel, sin portada… pero con todos los detalles.

[Final abrupto — caída de taza y voz lejana pidiendo otra ronda]


4. EL ARTE SUTIL DE SER UN VAGO (y casi no morir en el intento)

Transcripción parcial (fuente sin confirmar)
Archivo marcado: “El arte sutil de ser un vago o tonterias de agosto”
Estado del soporte: cinta con interferencias emocionales — posibles alteraciones por humedad o melancolía estacional
Transcriptor: Interno N.º 428-A

No sé si fue el pescado frito, el frío de agosto o estos días grises sin sol. En mi tierra, el sol brilla siempre; aquí brilla, pero por su ausencia.
Aunque he volado en invierno y sé que, al atravesar esas nubes grises, hay un cielo azul arriba.
Un sol verdadero, que calienta y quema.
Porque eso es lo que hacen las estrellas: dan vida para después quitarla.

Las cosas son como son, más allá de lo que uno quiera o desee.
Hoy se me ha instalado una melancolía sin nombre. No tengo ánimo para sutilezas, creo que ni para poesía —aunque en mí, la poesía sin rima fluye sola. No puedo evitarlo. Desde niño fui diferente.

Las palabras que llaman malas son solo eso: palabras. Malas son las intenciones.
Yo siempre intenté decir lo justo, lo adecuado, lo que al menos fuera bueno, si no bello.

Ayer, conversando con una amiga de toda la vida, me preguntó por mi salud.
Me dijo que escribir requiere estar sentado muchas horas. Que hay que hacer ejercicio.
Le pregunté si ella lo hacía. Me dijo que no:
“Estoy tan cansada del trabajo que me da vagancia ir al gimnasio.”

Y luego, con la confianza de los años, me confesó:
“Estoy tan vaga que ni salgo. Ni acepto citas. Ya estoy vaga para el coqueteo, para las flores, para las palabras bonitas.
Si alguien me dice: ‘hagamos el amor’, lo hago y ya. ¿Para qué tanta caminadera y protocolos?”

Y ahí, con tanta reiteración de la palabra “vagancia”, me quedé pensando.

Porque en este mundo hay gente que nace hermosa y exitosa —el universo parece aplaudirles— y otros, como yo, como la mayoría según estadísticas que no sé pero sospecho, que tenemos que inventarnos todo desde el polvo.
Y filosofaba sin cantina ni trago, porque para pensar en boberías no hace falta alcohol.

Mi mujer, mientras yo masticaba, me dijo:
“En la pescadería el pescado estaba chico, me dio vagancia ir a otra… así que compré ese mismo.”

Ahí lo comprendí: el universo quiere que lo diga.
Que lo acepte:
soy un vago.

Y si pudiera elegir otra vez, elegiría serlo de nuevo.
Aunque no se lo recomiendo a nadie.
Porque ser vago es más que un concepto, es un esfuerzo constante y requiere un temple y un aguante que van más allá de lo que puedo explicar usando las palabras para ello.

Te señalan.
Y lo peor es que trabajas más que un trabajador común.
El trabajador común cumple horarios. Cobra.
Tiene jefe, tiene pausa, tiene vacaciones.

El vago no.
El vago inventa.
El vago sueña y no duerme.
El vago escribe libros sin editor.
El vago escribe o muere.

No de risa:
de hambre o frío. O ambos dos.

Un artista vago, un escritor sin sueldo, un tipo como yo, puede no tener salario ni jefes… pero tiene experiencia.
Tiene oficio.
Tiene mil oficios.
Y ninguno reconocido.

Soy un maestro de todo y un profesor de nada.
Así que escribo ahora como guinda del pastel al final de mi biografía.


5. VHS PARCIALMENTE DERRETIDO

Estado del soporte: VHS casi parcialmente derretido
Transcriptor: Interno N.º 428-A

…y sí, amigos, aún no logro manejar bien el tema de la fama.
Ahora lo que gano se me va en comprar pelucas y disfraces… todo para poder llegar de forma segura a estas charlas y transmitirles a ustedes mi sabiduría.
Aunque no gano mucho, debo agradecer por los tomates que algunos de ustedes me regalan generosamente y…

[Trozo dañado: sonido de interferencia y risas lejanas]

…en cuanto a los huevos, yo preferiría…

[Trozo dañado]

…entonces, si usted desea que su hijo sea un fracasado, no dude: esté siempre presente.
Intervenga. Corrija. Esté atento a sus juegos e intervenga cuando detecte que está tratando de jugar fuera del manual o pensar demasiado.
No le permita resolver sus disputas con otros niños de su edad, resuélvalas usted por él.
Dígale que tiene razón en todo.
Si hay problemas financieros o de salud en la familia, escóndalos.
Hágalo vivir en un parque temático emocional.
Cómprele todo lo que pida.

¿No tiene dinero?
Pida prestado, use sus tarjetas de crédito.
Endéudese por su felicidad.
Es su deber.

[Silencio prolongado. Ruidos de sillas moviéndose]

…verá que al final, sus hijos serán hermosos y frágiles como pompas de jabón…
Y un día vendrán y le dirán:
“Padre… madre…
todo lo que no soy,
y todo lo que soy,
te lo debo a ti…”
Y entonces llorarán juntos.


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