El Puchon rimado

El Puchón Rimado

Un día me sentí cometa
y me fui ante la maestra.
Ella me miró y me dijo:
«Yo creo, mi amigo, que tú no sabes rimar.»

Le dije:
«Maestra, quiero cantar,
quiero decir poesía.
Enséñame a rimar.»

Ella me dijo:
«Tienes que contar las sílabas en cada verso.»
Y yo, como un traverso,
me puse a dudar.

Sin embargo, rápidamente me puse a inventar,
me hice el loco y comencé a cantar.
Poco a poco fui perdiendo el miedo,
y me dije:
«Leonardo, eres loco de atar.»

¿Te acuerdas lo que te decía tu abuela en aquellos días?
«¡Puchón, tú sí sabes cantar!»
Y yo le creí,
y entonces seguí:
canta, cantando, jugando a rimar.

Gritaba por el campo y las pencas salían a volar,
yo pensaba que estaban contentas
y no que ellas querían escapar.
Y yo seguía ladrando y soñando,
al galillo, como pito fino silbando,
toda la gente mirando
con los ojos desorbitados
aquel niño desmandado,
asustando a los animales,
y yo, inocente, soñando
que era un cantante bien rimado.

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