El Salto al Vacío: Decida Fracasar

Fragmento de una cinta de audio recuperada entre los escombros de un antiguo teatro

Si usted ya ha triunfado y es un exitoso fracasado, no crea que ha perdido sus 99 centavos. Después de una carrera exitosa debe saber que siempre se aprende algo inútil cada día, así que no se sienta tan orgulloso de sí mismo: sea curioso y llegue al principio. Como puede apreciar, este es el epílogo. Yo, sabiendo que usted es de los que va directamente a la última página, he facilitado su angustia por saber primero el final. Y sí, esto recién está finalizando, así que vamos, como todo buen aprendiz, hacia el final.

Para ir entrando en materia, voy a plantearles una cosa. Esto no es un paso, digamos que es un pequeño impulso. Ese primer impulso que llega cuando uno ya sabe que tiene que saltar —porque si no salta, igual lo van a empujar.

Y es simple: si usted ha intentado constantemente llegar a la cima, al éxito, a convertirse en el rey del género, y no lo ha logrado...

Es sencillo: usted está equivocado.

¿Sigue su propio pensamiento? ¿Su propia idea de éxito y de cima? Pues recuerde: usted no vive solo en este mundo. Por suerte. Qué aburrido sería no llegar a la cima sin testigos. Tomar un café frío que se ha hecho usted mismo a la luz de los satélites, mientras intenta adivinar si lo que ve es la luna o un globo.

Así que, ¿qué tiene que hacer? Muy simple:

Deje de confiar en usted mismo.
Abandone la idea de que dentro de usted se esconde un genio.
No crea que lo suyo es especial.

Y aquí viene el paso crucial:

Respire profundo...
Y comience a seguir todos los consejos que le den. Incluso los que no son para usted.

¿Escucha un consejo dirigido a otro? No importa: hágale caso igual. Hágale caso a todo el mundo. No dude de nadie. Dude siempre de usted. No se le ocurra pensar por su propia cabeza.

Recuerde: el pensamiento propio es el primer paso hacia la catástrofe de intentar ser auténtico.

Siga obedeciendo a ciegas. Esto, créame, le garantiza un fracaso rotundo, firme y sin sobresaltos.

Así que, amigos, amigas, usted que está en una situación desesperada porque ve que los años pasan y la cima está lejos: no se desespere. Mire detrás suyo. Verá que la base de la cima está justo a su lado. No siga mirando hacia arriba: láncese contra la base.

¿Quiere ver pastos más verdes? Deje de mirar su jardín. Póngase a mirar el jardín de los vecinos y disfrute de la vista.

¿Mide a los demás? ¡Perfecto!

Recordatorio:

  • Deje de confiar en usted mismo.
  • Persiga todas las modas.
  • Cambie sus metas cada semana —o mejor, ¡cada día!
  • Busque la aprobación de todos: compañeros, amigos, desconocidos.
  • Cuando comience algo, nunca lo termine. Deje todo a medias.
  • No haga silencio: hable mucho, haga poco.
  • Envidie siempre. Aunque sea en secreto, pero envidie.

Y cuando llegue a casa:

  • Llore.
  • Quéjese.
  • Hable.
  • Exprésese.
  • Muéstrese vulnerable.

Verá que con esto, el éxito está garantizado. Muy pronto tendrá que salir a buscar pareja nuevamente y, en poco tiempo, ¡tendrá un currículum lleno de experiencias fallidas!

Y con todo eso, usted podrá sentarse solo en una habitación solitaria, escribir sus memorias, y tal vez —solo tal vez— será un fracaso editorial.

No exagere: váyase comprando sus propios libros de autoayuda o de biografía. Por lo menos, algo le quedará.

Esto, señoras y señores, es un fracaso garantizado.
¡Y no cualquier fracaso: un fracaso rotundo!

¡Aplausos!

Un fracaso así no se improvisa. Se ensaya, se vive, se declama. Y, si hay suerte, se publica en una página olvidada del mundo. Justo donde empieza la honestidad.

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